sábado, 21 de abril de 2012


TRANSPORTE PUBLICO: UNA QUIJOSTECA LUCHA

Lima la horrible la llamo Salazar Bondy en una de sus obras,  otros le dicen el monstruo de ocho millones de cabezas, por la cantidad de habitantes que alberga o quizá podemos citar a Abraham Valdelomar: “El Perú es Lima, Lima el jirón de la Unión, el jirón de la Unión el Palace Concert y el Palace Concert, yo”, esto nos refleja el centralismo  bajo el cual se desarrolló nuestro país, pues las decisiones grandes y pequeñas se tomaban aquí.

Ese centralismo generó que la población provinciana, viniera a la capital porque aquí  encontraban los estudios superiores, los mejores empleos y cada uno de ellos venia con su familia, toda una ola que golpeó fuerte en los años 40, el aumento desmesurado de la población hizo que las necesidades de transporte varíe, entonces las pistas de Lima empezaron a quedar chicas para la cantidad de microbuses, ómnibus, colectivos y cualquier forma de transporte público, ya en los 70  por no existir un plan ni lineamientos claros sobre el tema convirtió a la ciudad en un  caos vehicular.

Ya en los 90 cuando la crisis económica acogotaba al país, el gobierno  de Alberto Fujimori, decidió reducir el enorme tamaño de la burocracia estatal, pagando por las renuncias voluntarias, todos estos ex trabajadores ante la falta de empleo optaron por la alternativa de convertirse en transportistas públicos y se compraron  camionetas rurales (conocidas como combis), abriéndose rutas que unían los diversos sectores de nuestra capital, todo informal pues en una hora hacían una ruta y dependiendo  de las ganancias se cambiaban a otra.

Entonces las empresas organizadas, con muchos años de existencia tuvieron que competir con estos informales que ofrecían cierta comodidad al pasajero, significó el término de viajar apretados como sardinas, pero también Lima  se iba convirtiendo en un cementerio de autos, donde juntos con las novedosas combis, se veían los buses de los años, 70, 60 o incluso 50.
 CAOS Y DESORDEN  ANTE TANTAS COMBIS

A nueve años de cumplir el segundo centenario de nuestra independencia, la modernidad sigue acumulando más autos, combis, custer, buses, moto taxis que al mejor estilo babel ( que significa confusión) frente a avenidas, jirones y pequeñas calles que  no crecen, con choferes estresados que no respetan las normas de tránsito y al ser intervenidos por la Policía agreden,  donde el sistema de trabajo es que los choferes y cobradores ganan de acuerdo a la producción, por eso laboran entre diez, doce a más horas.

Toda esta sobre oferta de transporte ha generado también una cantidad increíble de tránsito, generando que cada uno por viveza criolla haga lo que le da la gana, por eso vemos choferes con más de 50 infracciones, sin que alguna de las gestiones municipales haya hecho una real y fuerte reforma para detener este caos que hoy nos pone en el nivel de contaminación  México, Santiago y cuando tímidamente se intento un cambio los gremios de transportistas protestaron con paralización que afectaron la ciudad.

La última semana la Municipalidad de Lima, aprobó una norma que regula este caótico tema, donde se especifica que los choferes trabajaran máximo cinco horas y un máximo de diez, quizá lo más importante es que desde la entrada en vigencia de la ley, los choferes y cobradores tendrán derecho a los beneficios sociales que les han sido negados, además de explicar que la concesión de rutas será  por diez años para dar la estabilidad tan deseada por las empresas.
MENOS CONTAMINACION, MEJOR TRANSPORTE


También la gran cantidad de combis y custer serán controlados, pues la idea básica es que por las avenidas principales circulen buses llamados euro cuatro, menos contaminantes y los vehículos de menor  tamaño  trabajen en rutas alimentadoras. Pero todos esos cambios provocó que se volviera a convocar a una paralización bajo la excusa que la norma aprobado era una improvisación, por falta de diálogo, es decir querían seguir imponiendo su ley los dirigentes de transportes, pero finalmente fracaso, casi comparable a la lucha de Quijote contra los molinos de viento, por eso aunque cueste hacer los cambios si realmente queremos mejorar  hay que romper con el caos e imponer la autoridad para el bienestar de la ciudad.

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