TRANSPORTE PUBLICO: UNA QUIJOSTECA
LUCHA
Lima
la horrible la llamo Salazar Bondy en una de sus obras, otros le dicen el monstruo de ocho millones
de cabezas, por la cantidad de habitantes que alberga o quizá podemos citar a
Abraham Valdelomar: “El Perú es Lima, Lima el jirón de la Unión, el jirón de la
Unión el Palace Concert y el Palace Concert, yo”, esto nos refleja el
centralismo bajo el cual se desarrolló
nuestro país, pues las decisiones grandes y pequeñas se tomaban aquí.
Ese
centralismo generó que la población provinciana, viniera a la capital porque
aquí encontraban los estudios
superiores, los mejores empleos y cada uno de ellos venia con su familia, toda
una ola que golpeó fuerte en los años 40, el aumento desmesurado de la
población hizo que las necesidades de transporte varíe, entonces las pistas de
Lima empezaron a quedar chicas para la cantidad de microbuses, ómnibus,
colectivos y cualquier forma de transporte público, ya en los 70 por no existir un plan ni lineamientos claros
sobre el tema convirtió a la ciudad en un
caos vehicular.
Ya
en los 90 cuando la crisis económica acogotaba al país, el gobierno de Alberto Fujimori, decidió reducir el
enorme tamaño de la burocracia estatal, pagando por las renuncias voluntarias,
todos estos ex trabajadores ante la falta de empleo optaron por la alternativa
de convertirse en transportistas públicos y se compraron camionetas rurales (conocidas como combis),
abriéndose rutas que unían los diversos sectores de nuestra capital, todo
informal pues en una hora hacían una ruta y dependiendo de las ganancias se cambiaban a otra.
Entonces
las empresas organizadas, con muchos años de existencia tuvieron que competir
con estos informales que ofrecían cierta comodidad al pasajero, significó el
término de viajar apretados como sardinas, pero también Lima se iba convirtiendo en un cementerio de
autos, donde juntos con las novedosas combis, se veían los buses de los años,
70, 60 o incluso 50.
CAOS Y DESORDEN ANTE TANTAS COMBIS
A
nueve años de cumplir el segundo centenario de nuestra independencia, la
modernidad sigue acumulando más autos, combis, custer, buses, moto taxis que al
mejor estilo babel ( que significa confusión) frente a avenidas, jirones y
pequeñas calles que no crecen, con
choferes estresados que no respetan las normas de tránsito y al ser
intervenidos por la Policía agreden,
donde el sistema de trabajo es que los choferes y cobradores ganan de
acuerdo a la producción, por eso laboran entre diez, doce a más horas.
Toda
esta sobre oferta de transporte ha generado también una cantidad increíble de
tránsito, generando que cada uno por viveza criolla haga lo que le da la gana,
por eso vemos choferes con más de 50 infracciones, sin que alguna de las
gestiones municipales haya hecho una real y fuerte reforma para detener este
caos que hoy nos pone en el nivel de contaminación México, Santiago y cuando tímidamente se
intento un cambio los gremios de transportistas protestaron con paralización
que afectaron la ciudad.
La
última semana la Municipalidad de Lima, aprobó una norma que regula este
caótico tema, donde se especifica que los choferes trabajaran máximo cinco
horas y un máximo de diez, quizá lo más importante es que desde la entrada en
vigencia de la ley, los choferes y cobradores tendrán derecho a los beneficios
sociales que les han sido negados, además de explicar que la concesión de rutas
será por diez años para dar la
estabilidad tan deseada por las empresas.
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