Olvido
y Negación de Pensiones
El
ser parte de la población económicamente activa, garantiza que el trabajador
luego de los años requeridos de servicio pueda gozar de una jubilación digna
(jubilación, derivado de júbilo, júbilo igual alegría), por los aportes hechos
a la Oficina de Normalización Previsional
(ONP) y también a las Administradoras de Fondo de Pensiones (AFP), es decir
tener una vejez tranquila como forma de recompensa por servir al estado o a una
empresa privada.
Es
bien conocida la diferencia entre la ONP y la AFP, donde la segunda es privada
garantizando una pensión de acuerdo a lo aportado, mientras la ONP es regida
por el estado y funciona bajo la lógica de dar
asignaciones con los aportes de todos, es decir como una gran olla
común, pero esta durante mucho tiempo ha sido la caja chica de los regímenes de
turno que ante la falta de fondos metían
la mano a esta olla para solucionar sus problemas financieros.
En
la realidad, al cumplir los 65 años, un hombre tiene que presentar sus
solicitud ante la ONP, cumpliendo con los requerimientos solicitados (boletas
de pagos, etc.) y es allí donde comienza el vía crucis –más largo que le río Nilo- pues el análisis comienza por confirmar la
veracidad de los documentos, es decir hablamos de días útiles (lunes a
viernes), después, de existir una observación se le comunica al interesado que
ha esperado varios meses y a veces años, frente a la montaña de expedientes
acumulados por un eficiente “trabajo de tortuga” hecha por la burocracia.
Cuando
se expide la resolución, aquella persona de 65 años ya bordea a veces los 80,
agregándose que el documento frecuentemente no considera los años aportados, se
les reduce o simplemente por el sistema de “burrocracía” se impone el término “regrese en un mes” y ante
la imposibilidad de seguir, los hijos toman la posta en defensa de la
jubilación de su padre o madre, sucediendo lo mismo en los expedientes del poder judicial, van creciendo como un niño
más de la familia.
Uno
de los tantos casos fue conocido el otro día, donde un trabajador jubilado de
Petroperú con 40 años de servicio (él con 77 años), le ganó a la ONP un proceso
ante el Tribunal Constitucional por que la oficina de pensiones no le consideró
once años de labor, por supuesto que quien estaba detrás de la causa para
conseguir justicia era su hijo; la reacción como siempre ha sido “hacerla larga”
para evitar el cumplimiento del mandato.
Mientras
que por otro lado, al interior de la
esta oficina, las mafias hacen su agosto, porque frente a aquel que
busca una jubilación justa, nacen, crecen y se reproducen resoluciones con
nombres fantasmas en un tiempo record, además de los siempre astutos timadores que llaman
por teléfono engañando a usuarios con el cuento de los devengados a cambio de
un depósito en cuentas bancarias, sin hacer nada para resolver ninguno de los
dos problemas los responsables de la ONP.
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