domingo, 1 de julio de 2012


UN MERCADO QUE ESPERA

El crecimiento de la metrópoli limeña, hace que cada día  se modifique la estructura de la ciudad, sino miremos una foto de los años 50 de la avenida Tacna, veremos que los vehículos se estacionaban en forma diagonal en la berma central, hoy esa avenida es un constante ir y venir de autos, lo mismo que las hermosas casonas miraflorinas que caen para dar paso a edificios con diminutos departamentos.

En la década del 40, se abrió en La Victoria muy cerca de la av. Aviación, el Mercado Mayorista de Lima, conocido como La Parada, donde arribaban los camiones con diversos productos para la mesa familiar, como papas, cebollas, zanahoria, limones, etc. paralelamente otros comerciantes conformaban el centro de abastecimiento  de frutas, eso cuando aun la zona estaba rodeada de chacras, pero el crecimiento hizo que nacieran urbanizaciones, teniendo hoy hacinamiento, que trae delincuentes, enfermedades y toda clase de problemas.

De hecho este centro de abasto, es una fuente de empleo directo e indirecto para muchos, comenzando por el agricultor que hace llegar su mercadería de provincia, pasando por el transportista, el mayorista (que negocia el producto) y el estibador que carga y descarga los camiones, también la Municipalidad de La Victoria se beneficia al cobrar el mantenimiento por cada puesto.
CAOS Y PELIGRO DESPUES DE 70AÑOS

Pero después de casi 70 años, La Parada se ha convertido en una zona peligrosa para los compradores, por la delincuencia que campea, la insalubridad en el mantenimiento de los  productos, la basura alrededor del mercado, es decir se necesita un mejoramiento o traslado para brindar un servicio más eficiente  a la clientela, por eso  en la gestión del Doctor Alberto Andrade en el municipio capitalino, se adquirió un terreno en Santa Anita, planeando puesto ordenados, lugares para estacionamientos y amplios espacios para descargas, trabajando con las normas más modernas.

Al cambiar la gestión, Luis Castañeda Lossio, encontró un pequeño  porcentaje de obras avanzadas, pero también lo recibió invadido, por comerciantes informales a los cuales luego de un largo proceso judicial se logro desalojar, con ayuda de la Policía, pues las argucias legales dada por jueces irresponsables  apoyaba a los invasores, desde allí se replanteó la construcción del mercado y al termino de su periodo edil solo dejó  un sector sin construir.

La nueva alcaldesa, en coordinación con sus funcionarios ha hecho de conocimiento público que julio ha sido fijado para el traslado de los comerciantes de La Victoria a Santa Anita, lo cual no ha sido del agrado de muchos, argumentando que falta pabellones adecuados para productos como papa, choclos o cebollas, agregando que las ocho balanzas para el pesaje están ubicadas en un solo sector, lo que provocaría una congestión, mientras que en La Parada, estas se ubican en las cuatro puertas, para lo dirigentes lo más grave es el costo por alquiler de puestos, indicando que en La Victoria pagan 200 soles mensuales, mientras que en Santa Anita, tendrían que abonar entre tres y cinco mil soles.
MODERNIDAD Y EFICEINCIA EN NUEVO MERCADO

Pero, callan con respecto al tamaño de los puesto en el moderno mercado del cono este (32 metros cuadrados), frente a un diminuto 12 metros cuadrados en La Parada, también ponen en alerta que de trasladarse la cantidad de estibadores se quedarían sin empleo, pues las normas internacionales  prohíben a una persona cargar más  de cien kilos sobre la espalda, agregando que no se ha hecho un estudio sobre la ruta de la acceso (carretera central) caótica por el recargado tránsito en las mañanas. Frente a todo esto, nuevamente la Municipalidad de Lima  ha abierto mesas de trabajo, porque la amenaza más peligrosa es aquella que sugiere un aumento de 50% en todos los productos por el costo de alquiler de puestos.
Lo importante que deben entender los comerciantes es que el cambio se hace por el caos  en La Parada, que la renovación se ejecuta por el bienestar de ellos y la ciudadanía, sino que le pregunten a los comerciantes de centro comercial Las Malvinas, antes cachineros ubicados en plena calle en el jirón Lampa y, es decir cambiar robos al paso, por seguridad al cliente y mayores ganancias para el propietario.

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