DOMINO
FUJIMORISTA
La
lucha contra Sendero Luminoso entre 1980 y 1992, significo la muerte de
culpables e inocentes, en un acto fratricida de peruanos contra peruanos, esto
por el total desconocimiento por parte del gobierno sobre cómo enfrentar a un enemigo
que se infiltraba entre la población, podía ser paisano, quien era un
informante o quizá tenía una arma debajo del poncho.
Como
parte de la solución y hallar a los culpables, se implemento una política de
inteligencia, que según las investigaciones incluía asesinatos selectivos sin
juicio de por medio; en esa labor se
destacó el Grupo Colina, conformado por efectivos militares bajo la supervisión
del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), que dirigía en la práctica
Vladimiro Montesinos, su primera aparición en público fue en noviembre de 1991 en Barrios Altos, muy
cerca de una comisaría, donde según tenían información los subversivos se
realizarían una actividad pro fondos; allí en pocos segundos se produjo una
masacre, el error estuvo que allí había dos reuniones sociales al mismo tiempo.
Estos
asesinatos despertó la indignación, pues se veía claramente la mano de las
fuerzas del orden pues se usaron carros oficiales y armas asignadas a fuerzas
especiales, sin embargo por la impunidad no se investigó nada, es más se
desmintió en todo los idiomas, al año siguiente este destacamento que infiltró
personal al interior de la Universidad La Cantuta, detuvo a nueve estudiantes y
un profesor por ser presuntamente terroristas, les dio muerte, similar labor de
asesinato selectivo lo hicieron en Santa (Ancash) y en Huacho con un
periodista.
LOS ASESINOS DEL ESTADO
Todo
esto genero la detención de los integrantes de este grupo, luego que el
Congresista Henry Pease recibiera un sobre anónimo, el cual contenía
información sobre el lugar donde estaba los cuerpos de los integrantes de la
Universidad, se realizó un juicio que solo fue una representación teatral, al
final se les condenó a prisión, siendo internados en el cuartel Bolívar, donde
tenían la libertad necesaria.
Con
el poder fujimorista en pleno, entre gallos y media noche se aprobó una ley de
amnistía que beneficiaba a todos aquellos militares que cometieron excesos
durante la lucha antisubversiva, juntando en el mismo saco a oficiales como
Jaime Salinas Sedo (intento de golpe del
13 de noviembre del 92) y a Martin
Rivas, Pichilingue y Sosa (Grupo Colina). Con los nuevos aires democráticos,
esta afrenta de ley, fue derogada, ordenándose un nuevo juicio y captura de
implicados en delitos contra los derechos humanos, para realizar un verdadero
acto de justicia.
Los
fantasmas de Colina, hoy vuelven a asustar a todos pues la Sala Suprema que
preside Javier Villa Stein, decidió rebajar las penas a todos estos Rivas y
Compañía, pues los abogados como es costumbre apelaron la sentencia inicial,
esto ha generado una ola de reacciones contrarias pues es premiar a aquellos
efectivos con delitos de lesa humanidad, el magistrado ha defendido el fallo
dado, indicando que solo se hizo un estudio legal, obviando que cada resolución
sienta un precedente, siendo visto por
la población como un retroceso en la lucha antisubversiva.
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