SENADO:
¿MÁS OTORONGOS?
El
gran debate siempre al interior del parlamento es volverá la bicameralidad, es
decir una Cámara de Diputados y otra de
Senadores, como existía hasta 1992,
cerrado por el autogolpe de Alberto Fujimori el 5 de abril de ese año, pero
veamos los pro y contras de esta modificación constitucional.
Para
aprobar las leyes, primero pasaba por la Cámara de Diputados, conformado por
120 representantes, previo estudio por la comisión respectiva, de ser positivo
esta era traslada a la Cámara de Senadores, integrado por 60 personas, a esta instancia se le llamaba la “cámara
reflexiva” y de ser observada la propuesta regresaba a la primera instancia, en
el Senado podíamos encontrar figuras emblemáticas como Roberto Ramírez del
Villar, Mario Polar Ugarteche, Felipe Osterling, Andrés Towsend, Javier Valle
Riestra, Javier Diez Canseco y para aquellos que pasamos los 40, era
interesante ver esos debates por la cátedra de leyes y la forma de aprobarse
una norma, evitando mamarrachos legales (entiéndase como leyes sin sentido).
Bajo
esa tónica andaba el país, cuando un brusco cambio volvió unicameral al
parlamento, llamado en ese momento el Congreso Constituyente Democrático (CCD),
cuyo objetivo era elaborar la nueva carta magna que remplace a la de 1978; sin embargo, esto permitió el
ingreso en el legislativo de muchas personas sin preparación básica, claro está que el CCD, la bancada de Cambio
90-Nueva Mayoría mandaba, además se cambió la representación territorial por
candidatos únicos o nacionales.
Según
la ley para ser congresista se necesita tener 25 años y ser peruano de
nacimiento, basado en ese requisito se puso en el mismo saco a personas
experimentadas (ex diputados con trayectoria) y a novatos cuyo objetivo era
solo votar para aprobar las propuesta
oficialistas, en medio de este mar legislativo nacieron políticamente Martha
Chávez, Víctor Joy Way, Jaime Yoshiyama, Luz Salgado, mientras en el frente
opositor se consolidaba figuras como
Lourdes Flores, Antero Flores Araoz, Henry Pease, tratando de equilibrar la
balanza, algo difícil ante la proximidad de leyes fantasmales y corruptas.
Finalmente
Alberto Fujimori, logro su ansiada constitución vía referéndum en 1993 (con
resultados algo amañados), sin embargo los escándalos de corrupción e impunidad
no eran ajenas al país, allí tenemos la matanza de Barrios Altos y la muerte de
nueve estudiantes y un profesor de La Cantuta – negado en todos los idiomas por
las autoridades – además del servilismo del Poder Judicial y la Fiscalía de la
nación a Vladimiro Montesinos, cuyo papel fue fundamental para el gobierno del
momento.
La
unicamerilidad, tampoco garantiza un mejor manejo de las leyes, pues lo
importante es la calidad de personas que están ocupando la curul parlamentaria,
sino tratemos de indagar que hacía Susy Díaz, conocida por ser parte de la
farándula peruana, con emolumentos que quizá jamás gano como vedette y con
seguridad incluida, es decir recibiendo plata
de todos los contribuyentes y en pocas palabras esa puede ser la punta de la madeja para luego llegar a el
comepollo, , el mataperro, la Lavapiés,
la robacable y toda la recua de calentadores de asientos.
El
retorno de la Cámara de Senadores, puede ser positivo, siempre y cuando se
añada algún requisito para ser
congresista, como el tener una carrera o estar finalizando una, eso sí siempre
comprobado por las autoridades electorales, para evitar personas que hayan
estudiado maestría a los 17 años o que obtuvieron su título en Azángaro
University, además sancionar
drásticamente con la destitución por mentir en su hoja de vida.
Actualmente el Poder
Legislativo es impopular por muchas razones, la primera la poca productividad
de leyes básicas, pues más se preocupan por luchar que se decrete el día del
arroz con leche, mientras normas como
las que favorecen a los discapacitados
duermen el sueño de los justos, segunda razón de impopularidad el
excesivo gasto que representa al país y en este nuevo periodo con diez
congresistas más, calculando a nueve personas por representante, tenemos a mil
170 empleados, que se pagan con nuestros impuestos, ahora si se le agrega una
cámara más, entonces a ajustarse el cinturón. En conclusión, mientras el
parlamento no mejore en calidad de congresistas
y leyes, un senado será solo que unos otorongos serán más viejos que
otros.
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